
Me gusta dormir con la ventana abierta aunque me despierte el frio a medianoche buscando la manta entre la luz endeble de una farola y el brillo de la luna, me provoca un sueño tranquilo, los despertares son amables, puedo traer el desayuno a la cama, y alargar el desayuno, hacerlo intermiable para entonces darme cuenta de toda la luz que se cuela en la habitación y saltar a la ducha, ponerme cualquier cosa encima y salir a la calle aun con el pelo mojado, coger la bici, parada en la panaderia, esta vez no compro dulces, eso tendrá que esperar, después recojo el periódico, lo leo al reves, empiezo por el final, la lectura es fácil pero no dejo de preguntarme cual es mi hemisferio... indudablemente el de este espacio es el izquierdo pero... ¿Y el mio? Ya es Lunes, esa brisa esta aquí de nuevo y no he conseguido disipar esa duda pero tengo la estúpida certeza de que es algo que iré comprobando.